La propuesta de valor es aquella descripción que se le da a un producto o servicio para comunicar a determinado público las ventajas que tendrían al adquirir dicho producto o servicio, enfatizando la diferencia de este sobre los demás que existen en el mercado.
Una adecuada propuesta de valor mantiene implícito en su cuerpo lo que se está ofreciendo, a quién y por qué, todo de una manera focalizada, divergente y en un mensaje contundente, para lo que se necesita de una profunda investigación y un amplio sentido de creatividad.
Las propuestas de valor tienen su elemento en la transformación. Cuanto más se ofrezca la promesa de un cambio provocado por un servicio o producto, mayor el valor que estos contienen.
Además, para dar valor a un producto o servicio, es necesario que el mensaje, más allá de ser contundente, tenga claridad. Es decir, el público tiene que entender fácilmente lo que se le está ofreciendo y cómo se diferencia de los demás (es recomendable que esto se comprenda en cinco segundos).
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Asimismo, es vital identificar al cliente objetivo; es decir, los clientes principales a quienes se dirige el mensaje con la propuesta de valor del producto o servicio. De esta manera, la fórmula para obtener el producto de valor sería: producto o servicio + cliente Ideal + resultado final esperado.
La propuesta de valor, entonces, debe de explicar al cliente ideal cómo el producto o servicio va a resolverle una necesidad y por qué es la mejor opción, por encima de los demás, para hacerlo.
Para esto, se recomienda que la propuesta de valor se realice en un estado de empatía para con su cliente ideal. Así, el mensaje expresará de una mejor manera los beneficios que se quieren transmitir.
Por último, y no menos importante, la propuesta de valor debe ser honesta. No por hacer el mensaje más llamativo y atractivo, se debe de incurrir en falacias que engañen al espectador, lo que resultaría contraproducente para el mismo producto.
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