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Ricardo Camilo Chávez, creador del biohacking

Ricardo Camilo Chávez quiere quitar las barreras para el uso de la biotecnología con el biohacking.

biohacking
FOTO: Tec Review

Tras graduarse como maestro en Biología Sintética y Sistemas Biológicos en la Universidad de Edimburgo y no encontrar trabajo, Ricardo Camilo Chávez decidió crear su propia empresa, y al mismo tiempo generar oportunidades para otros jóvenes. Así nació Scintia, startup que que desarrolla y manufactura equipo accesible y de bajo costo para el biohacking, que fundó en Monterrey junto con Alejandra Garza, Alejandro Guzmán y Minerva Castellanos.

Ricardo Camilo es Ingeniero en Biotecnología por el Tecnológico de Monterrey, y es profesor de cátedra en el Campus Monterrey. Tec Review le realizo una entrevista y esto fue lo que dijo.

¿Qué es el biohacking?

La definición con la que más me siento identificado es la de un «do-it-yourself biologist», es decir, una persona que realiza proyectos relacionados con biotecnología, sin que necesariamente cuente con un laboratorio profesional e, incluso, sin haber estudiado una carrera afín.

En el mundo del biohacking, ¿a qué necesidad responde tu startup Scintia?

Tres enormes barreras para el biohacking nos llevaron a crear Scintia. La primera tiene que ver con la tecnología, ya que (en México) somos dependientes de los equipos extranjeros. La segunda es la accesibilidad, pues importar tales equipos es un proceso complicado. Y la tercera, la barrera económica, ya que el costo de estas tecnologías llega a ser de tres a cinco veces más caro para nuestro país. En 2016 empezamos a pensar en una solución para estos retos y en 2017 nació formalmente la startup.

¿Cuál es el principal objetivo de Scintia?

Hace 15 años nadie imaginaba que las clases de robótica serían comunes, o que se enseñaría programación en secundarias y preparatorias. Estimo que en cinco o diez años se programen organismos vivos. Nuestro objetivo es compartir esa visión y ayudar a que se logre.

¿Cuál es tu siguiente meta?

En Monterrey trabajamos en el desarrollo de un laboratorio comunitario, donde se puedan llevar a cabo talleres de biología sintética, así como para que sea un espacio de propuestas y desarrollo de proyectos propios. En los laboratorios comunitarios pueden salir grandes iniciativas, por ejemplo, la empresa Pili se generó en uno de estos espacios en París, La Pallais, y Opentrons nació en Genspace, en Nueva York.

¿Qué te mueve de este proyecto?

Hacer más accesible esta tecnología cambiará la realidad de nuestra región. No puedo esperar a ver qué nuevas ideas y proyectos podemos desarrollar cuando se comparta este conocimiento y que la creatividad de las personas entre en juego.

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