Arte y diseño: una relación complicada
El arte y el diseño, dos conceptos tan asiduos como peleados, reconciliados de tanto en tanto pero siempre catalogados en dos diferentes bandos.
Para empezar, esta publicación no tiene la intención de exponer la premisa universal que de solución a la discusión en torno al quehacer y relación entre el arte y el diseño, o de argumentar por qué una expresión -y no dudo que ya se haya intentado- sería mejor que la otra.
En todo caso, me conformo con lograr todo lo contrario: la oscultación de los trazos superficiales del arte y del diseño más que un sondeo tortuoso, del cual, además, soy incapaz. Avivar la discusión, más que dar respuesta a su pregunta, genera movimiento y renovación.
Cuestionar en busca de respuestas en materias subjetivas, relativas al tiempo y lugar donde se plantean, es tan absurdo como eficaz -en estos casos, claro-, ya que, si bien no se pueden delimitar con éxito los alcances del pensamiento y las emociones humanas, sus tesis y antítesis se impulsan unas a otras, consciente o inconscientemente, al progreso.
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El arte y el diseño, dos conceptos tan asidos como peleados, reconciliados de tanto en tanto pero siempre catalogados en dos diferentes bandos, especialmente tratándose de las artes gráficas y del diseño gráfico.
Dos distintos tipos de expresión humana que responden a un capricho de la estética; el arte y el diseño, tan confundibles a simple vista que jamás pueden prescindir de su contexto para iniciar el debate.
“Sus características e intención son los factores que determinan y diferencian al arte del diseño”, dicen algunos. Que si uno comunica y el otro transmite, que si uno es de contemplación y el otro funcional: una serie de alegatos con los que críticos y exponentes de cada bando celan su obra.
Hasta el siglo XVIII el arte sólo se enzarzaba con el mismo arte, lo que resultaba más que suficiente. Llega el lioso siglo XIX con su búsqueda de nuevas concepciones artísticas y vuelve loco a todo el mundo; y ya vuelto loco, gesta el arte experimental.
Que si uno es único e irrepetible y el otro serial, que si las nuevas tecnologías y su disrupción en las técnicas tradicionales. Que si Andy Warhol o que si Tolouse Lautrec. Que si La Fuente de Marcel Duchamp.
Los primeros años del siglo XX estocan con el nacimiento de la Bauhaus, primer escuela de diseño en la historia y todo un movimiento artístico. Escuela de diseño y movimiento artístico; sí, al mismo tiempo.
El arte y el diseño, además de fungir de acuerdo a los ideales estéticos de la época, también se ven influenciados por su cultura, política y sociedad. Siglo XVI: Miguel Ángel pinta la bóveda de la Capilla Sixtina por designio del Papa Julio II; siglo XX: Salvador Dalí rediseña el logotipo de la Chupa chups.
Tampoco el dinero, por supuesto, jamás ha abandonado a ninguno de los dos; gran aliciente tanto para un diseño de gran impacto como para una obra de exquisita belleza, por más romántico que se quiera embelesar el asunto.
Los matices entre el arte y el diseño son sensibles y frágiles sus bases teóricas. Tan frágiles que son propensas a romperse, tan propensas a romperse que son propensas a mejorarse o renovarse: el mejor escenario para la disrupción.
Y el debate seguirá; afanoso y receloso, absurdo y efectivo; transformando la escena y sus principios, manteniendo al arte y al diseño en continuo movimiento, en inevitable sinergia.
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